No es difícil adivinar el calificativo que más utilizarán los medios de comunicación al día siguiente de una competición deportiva importante, si ha estado la cosa reñida y los participantes se han dejado el unto: aquella, y por ende, la victoria, habrán sido épicas. Y no es que sea para menos; en ocasiones, los atletas profesionales, entregados por completo a la consecución del éxito, hacen pensar, en efecto, en las hazañas de los héroes históricos o legendarios, sobre todo ahora que la leyenda y la historia -con reservas ésta para muchos- han resurgido como materia del cine y la literatura que más se vende.
A juzgar por la profusión de dicho adjetivo en la prensa deportiva, cada vez hay más victorias épicas, o de leyenda, así como históricos son tantos otros hechos o sucesos noticiosos que nos cuentan a diario. Y, claro es, quienes tienen por oficio usar y abusar de estos adjetivos, se ven obligados a matizarlos cuando a la ocasión la pintan calva. ¿Quién negaría que es histórico el hecho de que los estadounidenses tengan ya su primer presidente negro? Lo es, pero sería quedarse muy corto no aclarar que no lo es en la misma medida que la última cifra de parados. Según dijo uno de los muchos comentaristas de aquella noche, la toma de posesión de Obama fue un "acontecimiento histórico de primer orden". Vamos, tan de primer orden como el lobo que se come a las ovejas de Pedro en el cuento.
A juzgar por la profusión de dicho adjetivo en la prensa deportiva, cada vez hay más victorias épicas, o de leyenda, así como históricos son tantos otros hechos o sucesos noticiosos que nos cuentan a diario. Y, claro es, quienes tienen por oficio usar y abusar de estos adjetivos, se ven obligados a matizarlos cuando a la ocasión la pintan calva. ¿Quién negaría que es histórico el hecho de que los estadounidenses tengan ya su primer presidente negro? Lo es, pero sería quedarse muy corto no aclarar que no lo es en la misma medida que la última cifra de parados. Según dijo uno de los muchos comentaristas de aquella noche, la toma de posesión de Obama fue un "acontecimiento histórico de primer orden". Vamos, tan de primer orden como el lobo que se come a las ovejas de Pedro en el cuento.